¿Han desaparecido las especies extinguidas para siempre?

El programa DeExtinction: ¿una redención de la humanidad con la naturaleza o jugar a ser dios?

Fue en 1866 cuando el cielo de Ontario ennegreció súbitamente. Una bandada de aves veló el hasta entonces radiante sol. Un apelmazado manto negro de 1,5 kilómetros de ancho y unos 500 kilómetros de largo, según las crónicas de entonces, que espantó y fascinó a todos aquellos que vislumbraron aquel maravilloso espectáculo de la naturaleza. Se estimó que unas 3,5 mil millones de palomas migratorias (Ectopistes migratorius) surcaron aquel día el sur de Ontario.

Cuando los europeos colonizaron Norte América había una población de unos 5 mil millones de estos pájaros al este de las Montañas Rocosas, lo que lo convertía en el ave más numerosa del planeta, pero en los escasos 48 años que siguieron a aquel asombroso avistamiento, y 1914, la especie se extinguió. La caza para su consumo y la destrucción del hábitat, acabaron en menos de medio siglo, con el que una vez fue el pájaro más abundante de la Tierra ahora hace poco más de un siglo.

Más próximo en el espacio y el tiempo, en enero del 2000 fallecía el último individuo de bucardo o cabra montés de los Pirineos (Capra pyrenaica pyrenaica) en el Parque Nacional de Ordesa. Una vez abundante en la Edad Media, la subespecie fue diezmada, una vez má, por la caza excesiva y por no tomar medidas de protección hasta los años 80 cuando ya era demasiado tarde para evitar el declive de su última población.

Ambos casos forman parte de la larga lista de especies que han desaparecido por la acción directa del hombre. Desde el año 1500 hasta el presente se ha registrado la extinción de al menos 389 especies de vertebrados. Un goteo constante de animales borrados de la faz de la Tierra que ha ido a más en los últimas décadas. A las 389 especies de vertebrados habría que sumar las subespecies, y los invertebrados (unas 407 especies) y plantas (87 especies) cuyo estado de conservación es mucho más desconocido, por lo que los datos deben tomarse con cautela conscientes de que seguramente estén infravalorados y la catástrofe sea mucho mayor de la estimada (Tabla 1 al final del artículo).

Walton Ford - Falling bough - Ectopistes migratorius - Passenger pigeon 2002, aquarelle, gouache, encre et crayon 2100s
Obra original de Walton Ford, Falling bough – Ectopistes migratorius  – Passenger pigeon 2002

¿Pero han desaparecido estas especies para siempre?

Esta pregunta que pocos años atrás obtendría como respuesta un rotundo sí afirmativo, hoy en día suscita dudas entre los científicos dedicados a la conservación.

Nuevas técnicas biológicas abre las puertas a la posibilidad de revivir algunas de las especies recientemente extinguidas. Entre ellas, las dos mencionadas al principio constan de proyectos que ya están en marcha. Y alrededor de estas nuevas posibilidades ha estallado un gran debate que emerge a temporadas en los círculos académicos.

La idea no es nueva, ¿quién no recuerda la novela de Michael Crichton “Parque Jurásico” publicada en 1990 o su más famosa homónima versión cinematográfica dirigida por Steven Spielberg en 1997? En ella, el autor imagina los problemas y las consecuencias imprevistas que tendría crear un parque temático con dinosaurios vivos resucitados mediante ingeniería genética.

Es por ello que cuando en abril de 2013, un grupo de científicos organizaron una conferencia para soñar y discutir en público las probabilidades de revivir especies extintas y devolverlas a la naturaleza (proceso bautizado como DeExtinction), los medios no tardaron en hacerse eco de la misma con referencias catastróficas propias de “Jurassic Park“.

Sin embargo las ponencias allí presentadas no sólo cursaron sobre ciencia y técnicas, sino que profundizaba mucho más en los dilemas éticos y los posibles efectos negativos de devolver a especies desaparecidas de entre sus cenizas.

El programa DeExtinction: ¿una redención de la humanidad con la naturaleza o jugar a ser dios?

El impacto de aquella reunión que contó con el apoyo de la National Geographic Society, no se ha hecho esperar, y ante los evidentes avances científicos en este campo, numerosos artículos de especialistas en ecología y conservación han visto la luz en las más prestigiosas revistas científicas en los últimos años.

Este conjunto de escritos buscan un consenso científico explorando sobre todo los aspectos ecológicos, éticos, sociales, políticos o relacionados con la salud, dado que las técnicas para desarrollar un proyecto de estas características ya son prácticamente a día de hoy una realidad.

Técnicas como la clonación, la edición y modificación del genoma, la manipulación de células madres o los cruces selectivos para dar lugar a un taxón reconstituido, se han ido perfeccionando a lo largo de los última años de manera exponencial; y polémica aparte, la sensación de que en un futuro próximo alguno de los proyectos, ya en marcha, tengan éxito es compartida por casi toda la comunidad científica.

Algunos con optimismo, otros con grandes reservas. “Lo que realmente necesitamos antes que nada, es preguntarnos porqué queremos devolver a la vida especies extinguidas antes de empezar a hacerlo“, declaró hace un par de años el curador del Museo de Historia Natural de Nueva York en un artículo del National Geographic en referencia al programa DeExtinction.

Para los que apoyan la idea, el reto de devolver a la vida a especies extintas supone una forma de redención de la humanidad con la naturaleza: una exigencia moral, una manera de corregir los errores antropogénicos del pasado con aquellas especies exterminadas prematuramente por los humanos. Sin embargo, los más críticos con la idea, no coinciden en esta visión, e incluso dudan de que éste sea el verdadero objetivo detrás de los proyectos. Para entender las sospechas, hay que tener en cuenta el funcionamiento de las técnicas actuales de clonación, recuperación de ADN antiguo y edición, y las limitaciones de todos estos avances para recrear una especie inexistente (ver figura con el esquema). Los límites de la biotecnología actual no permiten que los proyectos que llevan años en marcha tengan como objetivo final recuperar las especies desaparecidas, sino “algo lo más parecido posible. Para la clonación siempre se depende, en alguno de sus pasos, de un organismo existente, y para ello se usan las especies más próximas filogenéticamente. En palabras de Beth Novak, director del programa en Estados Unidos de la paloma migratoria que abre este articulo, el objetivo es conseguir “una especie de híbrido, con una selección de los genes menos aleatoria de lo normal, que esperamos que modifique el comportamiento y el fenotipo de la paloma de collar (Patagioenas fasciata), haciendo que ésta se comporte como la paloma migratoria“.

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Fuente Original del proceso de clonación de un Mamut: Recreating a mammoth will be a multi-step process. (Click for larger image.) Fernando G. Baptista/National Geographic Stock

Para los retractores es “jugar a ser Dios” sin pensar en sus consecuencias. Switek, crítico con el programa, ya en 2013 advertía que la verdad que se esconde tras los objetivos de la organización Revive&Restore, que apoya muchos de los programas de revivir especies extinguidas, no es la resurrección de especies desaparecidas sino una excusa para crear nuevas especies sintéticas y generar así futuras herramientas de ingeniería ecológicas, creando organismos que ejerzan funciones ecológicas determinadas para gestionar los ecosistemas con ellas.

Muchos investigadores sospechan que lo que pueda emerger de estos proyectos no sean las especies originales que se quieren recuperar, sino nuevas especies, que podrían comportarse como especies invasoras en sus lugares de origen y afectar incluso negativamente a los ecosistemas actuales. Muchos abogan por clasificar a dichas especies como organismos genéticamente modificados más que como organismos naturales. Se corre con ello el riesgo de que los organismos entonces puedan ser bio-patentados y por tanto en un futuro tener “animales y plantas” sintéticos en libertad con patentes y por tanto dueños intelectuales y económicos.

“Los organismos de-extintos no habrán desarrollado en su hábitat natural, una relación con las otras especies durante miles de años. Es precisamente esta narrativa ecológica única de co-evolución por la cual valoramos a las especies salvajes. Y éste, es precisamente un carácter que no puede ser creado en un laboratorio moderno de genómica” (Minteer 2015).

Al margen de las consideraciones éticas, y a pesar de los grandes avances tecnologicos, el problema no es tan sencillo como lo dibujan. Revivir un organismo a partir de su material genético es un hecho extraordinario, desde un punto de vista científico y técnico, por la complejidad y mezcla de técnicas que implica poner en prueba, pero será posiblemente el menor de los problemas si el objetivo final es retornar a la naturaleza a la especie perdida.

Sin estudiar y analizar la viabilidad de devolverlos a su hábitat, pueden acabar como ejemplares curiosos en zoológicos o parques temáticos. ¿Vale la pena revivir un animal para conferirlo a la jaula?

Los biólogos dedicados a la conservación, llevan décadas desarrollando proyectos de reintroducción de poblaciones, con el fin de restaurar una especie en una región donde previamente había desaparecido. Para ello suelen usar individuos que provienen de otras localidades o de especímenes criados en centros de recuperación.

Todo y la aparente facilidad de un proyecto de estas características, muchos de ellos fracasan y los ejemplares liberados fallecen o no consiguen asentarse en las “nuevas” áreas dando lugar a poblaciones inviables en el tiempo.

Solo en los últimos años la reintroducción de especies se ha empezado a estudiar y analizar científicamente con el fin de comprender los procesos poblacionales y ecológicos que determinan que una población se establezca y persista.

Los problemas y las dificultades son numerosas. La composición genética y demográfica en las primeras fases es vital para el asentamiento de la población, las condiciones ambientales y la diversidad genética determinan su persistencia, añadiéndole a ello las complejas interacciones que pueden tener lugar con los organismos presentes en el ecosistema.

Las “nuevas” especies pueden resultar ser depredadores o ser vectores de parásitos diferentes a los de la población de origen para los cuales los individuos introducidos no están adaptados. Las conclusiones de los ecólogos, al valorar los resultados obtenidos de los intentos de reintroducción, son que las probabilidades de éxito de los mismos aumentan cuando los individuos liberados provienen de poblaciones salvajes, se liberan en un gran número (más de 100 individuos) y las causas principales de la extinción local se han resuelto y eliminado previamente.

¿Podrán cumplir estos requisitos las especies revividas?

Suponiendo que el futuro los problemas de salud y viabilidad encontrados en los individuos clonados hasta el momento se resolvieran, ¿qué variabilidad genética cabe esperar obtener del material genético obtenido de uno o unos pocos individuos? Las nuevas criaturas podrían convertirse en excelentes vectores de patógenos afectando a otras especies.

El genoma de un animal extinguido podría, teóricamente, albergar peligrosos retrovirus endógenos desastrosos para otros animales e incluso humanos.

Y lo más importante de todo, ¿hay espacio, para las especies en su día extinguidas, en un mundo que desde entonces ha cambiado completamente? La cantidad de espacios naturales sigue menguando a nivel global, y los ecosistemas cambian dinámicamente con las nuevas circunstancias. ¿Podrían las especies revividas encajar en este nuevo mundo tan alterado y diferente al que ocuparon en su día?

Los interrogantes son muchos, la polémica entre profesionales también, pero mientras el debate sigue abierto algunos proyectos ya han arrancado y siguen avanzando. Como ha sucedido en otras ocasiones, la tecnología avanza más rápido que el propio conocimiento científico y mucho más que las consideraciones éticas o morales de la sociedad.

Mas, hoy en día, y en el campo de la genética, un campo asfixiado por una abrumadora cantidad de información difícil de analizar y comprender. Tanto por su cantidad, como por su complejidad. Habrá que esperar para ver como se desarrolla esta nueva aventura científica. Mientras tanto el debate está abierto. ¿Qué opinas, crees que las especies extinguidas deberían recuperarse mediante las técnicas disponibles?

Tabla 1. Lista de especies extinguidas por la acción del hombre desde 1500.
Grupo            Especies   Subespecies
Peces              63               12
Anfibios         29               0
Reptiles          32               6
Aves                163             62
Mamíferos     100             55
Bivalvos         32                3
Gastrópodos  292             8
Insectos          66               5
Arácnidos       3                0
Crustáceos      12              0
Anélidos          2                0
Plantas            87              10

Fuente de información: TSEW (2016) The Sixth Extinction.  Los datos de anfibios, reptiles, aves y mamíferos corresponden a los últimos datos de 2016, el resto de organismos a datos de la misma base de 2014 que todavía no han sido actualizados. 

Lecturas suplementarias:

Armstrong DP & Seddon PJ. (2008) Directions in reintroduction biology. Trends in Ecology and Evolution 23: 20–25.

Fischer J. & Lindenmayer DB. (2000) An assessment of the published results of animal relocations. Biological Conservation 96: 1–11.

Beaver, J. (2017) The ontology of species: commentary on Kaperbauer’s “Should we bring back the Passenger pigeon? The Ethics of de-extinction”.  Ethics, Policy & Environment 20: 18–20.

Kohl P. (2017) Using de-extinction to create extinct species proxies; Natural History not included. Ethics, Policy & Environment 20: 15–17.

Kasperbauer TJ. (2017) Should we bring back the Passenger Pigeon? The ethics of De-Extinction. Ethics, Policy & Environment 20: 1–14.

García-González R. & Herrero J. (1999) El búcaro de los Pirineos: historia de una extinción. Revisiones en Mastozoología. Galemys 11: 17–26.

Seddon PJ., Arsmtrong DP. & Maloney R. (2007) Developing the science of reintroduction biology. Conservation Biology 21: 303–312.

Revive&Restore (organización que promueve el revivir y restaurar especies extinguidas mediante las nuevas tecnologías genéticas).

Minter BA. (2015) The perils of de-extinction. Minding Nature 8: 11–17.

Switek B. (2013) Reinventing the Mammoth. Online National Geographic.

Deism, C. (2017) De-extinction and deep questions about species conservation. Ethics, Policy & Environment 20: 25–28.

TED*DeExtinction: http://tedxdeextinction.org/

Especial, National Geographic: http://www.nationalgeographic.com/deextinction/

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