¿Tienen conciencia los peces?

La existencia de la conciencia animal lleva años siendo un gran campo de debate y grandes discusiones entre científicos. La conciencia animal es el proceso por el cual los animales adquieran, procesan, guardan y actúan según la información que reciben del ambiente. Para considerar que un animal tiene conciencia debe comprobarse que tiene sensibilidad, inteligencia y autoconciencia, en otras palabras, conocimiento de estímulos internos y externos, ser consciente de uno mismo y una cierta comprensión del lugar que uno ocupa en el mundo. Los etólogos, que se dedican a estudiar el comportamiento animal, llevan años discutiendo sobre si existe o no conciencia en otros animales más allá de los humanos.

Uno de los test más clásicos para comprobar la existencia de conciencia, es la de someter a un individuo ante un espejo y estudiar su reacción. La respuesta que manifieste un individuo ante su propio reflejo determina la capacidad de autoconciencia, es decir de reconocerse y ser consciente de su situación. Este tipo de estudios, por ejemplo, han demostrado que los humanos no tenemos conciencia de nosotros mismos hasta aproximadamente los 18 meses de edad. Sólo a esa edad los niños, a los que se pintaba una marca en la frente, se detenían y analizaban la mancha de pintura, comprendiendo que aquello no formaba parte de sí mismo. Es a los 18 meses cuando el niño es consciente de su aspecto y de su identidad, un requisito básico para poder hablar de conciencia.

Cuando se ha aplicado el test del espejo a otras especies no humanas, han sido muy pocas las que lo han superado. En la lista de animales a los que se les atribuye conciencia al ser identificarse en un espejo encontramos sobre todo a otros primates. La lista la configuran los chimpancés (Pan troglodytes y Pan paniscus), el orangután (Pongo pygmaeus), los gorilas (Gorilla gorilla), el elefante asiático (Elephas maximus), el delfín, tursiops (Tursiops truncatus), y la urraca (Pica pica) como único animal no mamífero (Fig 1). 

Se trata de un grupo reducido de especies que se caracterizan por compartir una serie de características: un cerebro grande y complejo, y una conducta social compleja en la que los animales cooperan entre ellos y se muestran empatía. Hasta hace poco, se pensaba que estas eran las características necesarias para que un animal superase el test del espejo, probándose así su conciencia, pero en los últimos años algunos investigadores han publicado trabajos sugiriendo que los peces también tendrían conciencia. Una idea controvertida y no compartida por todos los investigadores.

especies espejo
Fig. 1. Esquema de las especies que hasta el momento han superado la prueba del espejo, que supone demuestra la posesión de conciencia, y en rojo las dos especies de peces cuyos resultados siguen creando controversia.

Hace un par de años apareció el primero, un estudio llevado a cabo con mantas gigantes (Manta birostris). Los autores eligieron a esta especie por ser los peces con el cerebro más grande. Al parecer las dos mantas utilizadas en el estudio pasaron mucho más tiempo en la parte del acuario cuando estaba el espejo instalado, que cuando era retirado. Parte de ese tiempo lo dedicaron a lo que interpretan como un comportamiento exploratorio, deteniéndose ante la imagen y moviendo sus aletas, en lo que sugieren son movimientos para reconocerse. Deducen que exhibían al espejo partes de su cuerpo al que generalmente no tienen acceso visual, en un ejercicio de auto exploración que les permitiría «conocerse mejor». Para los autores del estudio no hay duda alguna, de que aquellas conductas de reconocimiento correspondían a los requisitos básicos para que se pudiese hablar de auto-conciencia, sin llegar a confirmar que de eso se tratase.

Sin embargo no todo el mundo ve en esas conductas pruebas de auto-conciencia. En un artículo de réplica, otros investigadores que trabajan con mantas, sugerían que en el reflejo lo que podían creer ver era a otro individuo, de manera que el movimiento de los lóbulos y el exponer su vientre, podrían ser comportamientos sociales y no de auto-reconocimiento. Estos autores aseguran que en numerosas observaciones de mantas en libertad han observado este tipo de conductas al encontrarse con otros individuos. Las dudas quedan ahí, entre saber si se están reconociendo o pensando que están frente a otro animal. Pero como argumentan los autores en otra carta de respuesta a la critica, esta interpretación –a pesar de las estadísticas de tiempo frente al espejo, movimientos característicos, etc…–, pone en cuestión estudios previos llevados a cabo con chimpancés, orangutanes, delfines y gorilas, trabajos llevados a cabo con la misma metodología. 

Ahora acaba de aparecer otro trabajo liderado por la Universidad de Osaka que vuelve a sugerir que en el mundo de los peces podría existir conciencia. El animal escogido esta vez, no es uno grande y con un gran cerebro, sino un pequeño labroide (Labroides dimidiatus). Unos peces que habitan los corales tropicales viviendo en colonias, donde se alimentan de los parásitos de otros peces, función por la cual son muy apreciados por otras especies del arrecife. Esta alta sociabilidad con los de su especie y con otras especies, ha llevado a sugerir que se trata de una especie relativamente inteligente, pero ¿es eso suficiente para poder decir que tienen conciencia de sí mismos?

Los autores sometieron a los peces al test del espejo, pero no sólo eso, sino que al igual que se hace con los niños, se les aplicó una marca corporal para ver si eran capaces de reconocer ese cambio en su cuerpo. Primero se les dejó explorarse en el espejo, después se les aplicó una marca bajo la piel con elastómeros. En algunos casos la marca introducida era transparente, resultando invisible, en otros la marca era claramente visible. El resultado fue sorprendente, los peces con marca invisible no cambiaron su conducta, mientras que los que tenían una marca visible empezaron a contornearse frente al espejo, pero no sólo eso, sino que apreciaron que tras detectar la marca los peces bajaban al fondo y se rascaban la garganta (donde estaba la marca) contra el sustrato y acto seguido volvían a mirarse al espejo. Los autores interpretan esa conducta como un querer sacarse de encima la marca (Fig 2). Sin duda esto significa que los peces ven e identifican la marca en el espejo, se reconocen, se conocen y actúan basándose en ese conocimiento.

experimento espejo
Fig. 2. Esquema de la conducta observada en el experimento con espejo y marca en peces. Los individuos marcados con un elastómero (en violeta) tras ver el reflejo en el espejo se desplazaba al sustrato a rascarse la zona con la marca, luego regresaba a volver a mirarse al espejo.

Gordon Gallup, el investigador que desarrolló los test del espejo para primates, ha saltado inmediatamente a criticar el trabajo, al considerar que se distorsionaron los resultados al aplicarles una marca que se asemeja a un parásito. Argumenta que en una especie que se dedica a alimentarse de parásitos, y que por tanto ha desarrollado a lo largo de su evolución una detección de los mismos, su conducta podría tratarse simplemente de alertar a otro individuo (al que creería ver en el espejo) de que se desprendiese del parásito. Una crítica curiosa, pues tratándose de animales sociales que se limpian entre ellos, de realmente creer que lo del reflejo es otro pez se hubiesen acercado al espejo e intentado retirar el parásito del reflejo, y no se hubiese limitado a orientarse de distintas formas ante el espejo e intentado rascarse precisamente donde tenía la marca.

Para Gallup las únicas especies que hasta el momento han pasado satisfactoriamente la prueba del espejo son los humanos, los chimpancés y los orangutanes. Los autores del trabajo no ven razonables sus críticas, y consideran que el principal dilema fruto de su trabajo es para los primatólogos y antropólogos, que deben replantearse lo que significa la prueba del espejo. Ellos no tienen duda alguna, que los movimientos observados son únicos de animales frente al espejo. Esas conductas no se han observado nunca cuando no hay espejo. Los investigadores están seguros que las posturas de los animales ante el espejo, refleja que los peces son capaces de reconocerse y usan la imagen para explorar partes de su cuerpo que de otra manera no pueden ver. ¿Serán los peces más inteligentes de lo que creemos?

La negativa para ello por algunos investigadores puede reflejar el antropocentrismo que sigue de alguna manera imperando la ciencia y filosofía, en la que muchos investigadores siguen empeñados en demostrar lo especial que somos como especie, buscando de diferenciarnos en todo momento del mundo animal. Quizás seguimos sin querer compartir características con otros animales, seguir pensando que somos algo excepcional. Creernos que somos la cumbre de la evolución, si algo así existiese, que evidentemente no.

Nadie duda de las capacidades cognitiva extraordinarias de los humanos y los grandes primates, pero si las pruebas definidas para determinar la conciencia de un animal, empiezan a ser superadas por delfines, elefantes, urracas y ahora peces, quizás lo que esté en duda sea la propia definición de conciencia y las pruebas para determinarla. Ante las pruebas que van surgiendo, parece evidente que los humanos y los grandes primates, no somos los únicos capaces de reconocernos ante un espejo, y hacer uso de la imagen reflejada, lo que requiere saber interpretar la imagen. Unos pequeños peces de arrecife acaban de demostrar que pueden reconocerse, identificar una marca extraña, rascarse contra el sustrato para intentar sacarse la marca y volver a mirarse frente al espejo para comprobar si sigue ahí. Si la secuencia está bien interpretada, es sin duda un comportamiento altamente complejo que implica reconocerse, identificar elementos extraños, saber como actuar para desprenderse de ellos y volver al espejo a comprobar los efectos de su acción. Esta conducta cumple con la definición de conciencia animal como el proceso por el cual los animales adquieran, procesan, guardan y actúan según la información que reciben del ambiente. 

Quizás debamos empezar a ver a los peces de una manera distinta, considerando que son animales más inteligentes de lo que pensábamos hasta el momento. El mito de la «memoria de pez», amplificado al saber popular por la película Buscando a Nemo, más allá de ser falso, ha ayudado a mantener la percepción social de los peces como animales inferiores y sin personalidad. Los estudios de los últimos años parecen indicar todo lo contrario, atribuyendo unas capacidades a este grupo que hasta ahora parecían ser únicas de unas pocas especies privilegiadas.

Quizás el problema radique en nuestra capacidad para interpretar lo que es la conciencia, y sobre todo en intentar entender la mente de otros organismos tan diferentes a nosotros. ¿Cómo podemos intentar entender la mente de otros animales, cuando algunos estudios sugieren que no somos ni capaces de entender la mente de otros humanos? Estudios recientes desarrollados sobre novelas de ficción demuestran que los escritores masculinos son incapaces de crear personajes femeninos completos, cayendo en muchos tópicos de género. Lo mismo sucede con escritores europeos o norteamericanos al representar personajes de otras culturas, a los que les resulta imposible desarrollar personajes con una mentalidad distinta a la suya. Si esto es así entre grupos humanos, cómo podemos evaluar correctamente el significado del comportamiento de animales que viven en ambientes y circunstancias tan diferentes a las nuestras. ¿Podemos? De momento tenemos al estudio que cuestiona los test del espejo y la conciencia de los peces en el servidor bioRxiv para que todo el mundo pueda leerlo y criticarlo, y con suerte que salga de ahí una discusión fascinante sobre lo que realmente pensamos que es la conciencia animal.

 


Lecturas complementarias:

Ari C, D’Agostino DP. 2016. Contingency checking and self-directed behaviors in giant manta rays: Do elasmbrobranchs have self-awareness? Journal of Ethology 34:167–174.

Ari C, Laros K, Balcome J, D’Agostino DP. 2016. Understanding the behavior of manta rays: answer to a critique. Journal of Ethology 35: 149–152.

Chang L, Fang Q, Zhang S, Poo M, Gong N. 2017. Spontaneous expression of mirror-recognition in monkeys after learning precise visual-proprioceptive association for mirror images. Proceedings Of Natural Academy of Sciences USA 114: 3258–3263

Dihal K. 2018. Can we understand other minds? Novels and stories say: no. AEON 5 September 2018

Gallup GG. 1970. Chimpanzees: self-recognition. Science 167: 86–87.

Keenan JP, Gallup GG, Falk D. 2003. The head in the mirror. The search for the origin of consciousness. Harper Collins New York.

Kohda M, Hotta T, Takeyama T, Awata S, Tanaka H, Asai J, Jordan L. 2018. Cleaner wrasse pass the mark test. What are the implications for conciousness and self-awareness testing in animals? bioRxiv

Morrison R, Reiss D. 2018. Precocious development of self.awareness in dolphins. PLoS ONE 13: e0189813

Prior H, Schwarz A, Gunturkun O. 2008. Mirror induced behaviour in the magpie (Pica pica): Evidence of self-recognition. PLoS Biol 6: 1642–1650

Steward JD, Stevens GMW, Marshall GJ, Abernathy K. 2016. Are mantas self aware or simply social? A response to Ari and D’Agostino 2016. Journal of Ethology 35: 145–147. 

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