La agricultura nació en el Creciente Fértil hace 10.000 años. En las tierras del Levante mediterráneo, Mesopotamia y Persia tuvo lugar la domesticación de plantas y animales que cambió sus sociedades y la historia de la humanidad. La revolución neolítica se extendió rápidamente a Occidente. La ruta de expansión de esas nuevas prácticas pasó por Anatolia, la región más oriental de la actual Turquía, antes de adentrarse en Europa. Los científicos han debatido cómo fue esa expansión durante décadas. ¿Fue la agricultura una idea que se diseminó desde su lugar de origen a otras poblaciones? ¿O hubo una migración de agricultores que reemplazaron a los otros habitantes?
Hoy sabemos, por los estudios genéticos, que a Europa no llegaron sólo las ideas y la tecnología de aquella revolución. La agricultura llegó con los agricultores, su llegada hizo que gran parte de los pobladores europeos fueron substituidos. Los granjeros llegados desde Anatolia ocuparon el lugar de las poblaciones de cazadores-recolectores que hasta entonces habían habitado el continente.
Es posible que las sociedades cazadoras no pudiesen competir ante el avance de aquellas sociedades agrícolas que llegaban del Este. La revolución agrícola no sólo implicó un cambio en la manera de explotar los recursos naturales, sino que transformó totalmente las sociedades. Permitió la acumulación de recursos, la especialización de los trabajos y la aparición de formas políticas más complejas. Aumentó el tamaño de sus poblaciones, los grupos humanos se hicieron más grandes y organizados. Las relaciones entre los individuos pasaron a ser más estrechas, los unos dependían de los otros. Estas nuevas estructuras pudieron ser parte de su éxito.
Además, los animales domesticados transmitieron a los humanos una serie de enfermedades infecciosas hasta entonces desconocidas. Este proceso de transmisión de infecciones de animales a humanos se conoce como zoonosis. Se cree que la gripe, la tuberculosis, el sarampión, la viruela, la tos ferina y las paperas, pudieron llegar a nosotros a través de los animales. La revolución del Neolítico no sólo implico cambios tecnológicos y sociales, sino también biológicos. La dieta se hizo menos proteica, a veces se basaba únicamente en los carbohidratos de los cereales. Los lácteos aparecieron como alimento gracias a la crianza de ganado. El metabolismo de las poblaciones tuvo que adaptarse, seleccionándose las variaciones genéticas que mejor se ajustaban a las nuevas condiciones. La transición de cazador-recolector a agricultor-ganadero supuso grandes cambios para las sociedades.
Lo sorprendente es que en Europa, gran parte de la población antigua fuese sustituida. Durante siglos, los primeros agricultores europeos se cruzaron con los cazadores locales. En el sur de Europa tras esa mezcla de culturas, al final sólo persistió el 25% del componente genético de los antiguos cazadores. En el norte de Europa, el porcentaje fue de un 35%, en Escandinavia aún llegaron a ser más altos. Pero todo indica que gran parte de la población de cazadores acabó siendo reemplazada por los agricultores llegados del Este. En gran parte del continente, la huella genética de los cazadores-recolectores europeos desapareció hace 7.000 años.
¿La población de Anatolia también fue reemplazada por las del Creciente Fértil?
¿Pasó lo misma en otras regiones? Los estudios genéticos indican que no fue igual en otras zonas. En el Creciente Fértil, tanto en el Levante mediterráneo como en la cadena montañosa Zagros, levantada entre Irak e Irán, no se aprecian cambios similares. La composición genética de sus poblaciones fue la misma a lo largo de la transición Neolítica, indicando que fueron los propios cazadores-recolectores de la zona los que adoptaron la agricultura. Nada indica que hubiese una substitución de una población por otra.
¿Qué pasó con las sociedades de Anatolia? ¿Fueron sus pobladores sustituidos por agricultores del Creciente Fértil, tal y como sucedió con los pobladores europeos? Anatolia no es una región cualquiera, su posición como puente entre Europa, Oriente Medio y Asia, hacen de ella un lugar imprescindible para entender nuestra historia y evolución. Anders Götherstörm, de la Universidad de Estocolmo, que dirige la investigación arqueogenética de la zona lo expresa así: «Nuestros resultados subrayan la importancia que ha tenido Anatolia sobre la prehistoria de Europa. Pero para entender cómo se produjo el desarrollo tenemos que bucear más en el material del Levante Mediterráneo». Un estudio publicado en bioRxiv ha querido responder a estas preguntas.
Anatolia siempre se ha considerado una región importante por donde transitaron al continente europeo las innovaciones aparecidas en Oriente Medio. Los restos arqueológico encontrados en la región inducen a pensar que allí hubo un continuidad cultural. Donde una cultura no fue sustituida por otra. Y que, como en el Creciente Fértil, las sociedades cazadoras adoptaron las técnicas agrícolas y ganaderas de sus sociedades vecinas. Pero hasta ahora no se habían hecho análisis genéticos para corroborar las observaciones arqueológicas. Después de todo, la cultura puede transmitirse sin necesidad de continuidad genética.
El estudio, liderado por investigadores del Departamento de Arqueogenética del Max Planck, ha analizado el ADN de individuos que habitaron Anatolia durante el Epipaleolítico y el Neolítico. Han podido observar que la composición genética de los habitantes de Anatolia no cambió durante 7.000 años. Al igual que en el Fértil Creciente, sus pobladores hicieron la transición de cazadores-recolectores a agricultores-ganaderos. Anatolia no fue un simple lugar de paso en la expansión de la revolución neolítica, sino que en ella también se llevó a cabo la revolución. Sus habitantes adoptaron ideas, plantas y tecnología del Creciente Fértil sin que éstos se expandiesen hacia sus tierras. Un panorama muy distinto al que sucedería más tarde en Europa. Ahí, los cazadores-recolectores no adoptaron la tecnología, fueron parcialmente substituidos por los pobladores de Anatolia.
En Europa el proceso varió de una región a otra
En Europa la sustitución no fue igual en todas partes, mientras que en el sur y el centro, la agricultura llegó de mano de los granjeros de Anatolia y del Levante, en el Báltico la situación fue diferente. Un estudio de ADN antiguo en la zona sugiere que, como Anatolia, tampoco sufrió grandes cambios genéticos. Se cree que los nativos adoptaron formas de vida neolíticas a través del contacto e intercambio comercial y cultural, más que por el asentamiento de comunidades externas. En el Este, en la parte baja del Danubio, hubo una gran mezcla entre los cazadores y los agricultores venidos de fuera (Fig. 2). Algunos estudios apuntan que esta mayor asimilación en las regiones del Este tuvieron lugar porque había un mayor número de habitantes. Su desplazamiento no fue tan rápido ni sencillo como en otras zonas europeas.
La aparición de estos nuevos estudios evidencian que la transición Neolítica del Creciente Fértil a Europa no se ajusta a ninguno de los dos modelos propuestos. Ni al modelo cultural que propone una transmisión del conocimiento entre sociedades sin intercambio genético. Ni al modelo démico que asume que el intercambio fue genético, con sustitución de las poblaciones cazadoras por las agrícolas. La genética nos enseña que la transición fue cultural en algunas zonas del norte y este de Europa, mientras que en el sur y el centro, las poblaciones fueron sustituidas por otras. Gran parte de las sustituciones se produjeron por granjeros llegados de Anatolia, unas sociedades que adoptaron culturalmente las nuevas tecnologías surgidas en el Creciente Fértil. La difusión de la agricultura y la ganadería llegaron a Europa no sólo culturalmente, sino también genéticamente.
Lecturas complementarias:
Bramanti, B. et al. 2009. Genetic discontinuity between local hunter-gatherers and central Europe’s first farmers. Science 326: 137–140
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Fort, J. 2015. Demic and cultural diffusion propagated the Neolithic transition across different regions of Europe. Journal of Royal Society Interface 12:20150166
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Suesta, A. 2016. La transición neolítica en Europa. Últimas aportaciones desde el campo de la genética. Trabajo Final de Grado de Arqueología. Universitat de Barcelona.